Blog de Lalo: un portugués modesto desafía al gran Mou

  • Raúl Fain Binda
  • BBC Mundo, @BlogDeLalo
Jugadores del Bradford City

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Pie de foto, Jugadores de Bradford City celebran. Especialmente Filipe Morais, autor del empate que abrió paso a la victoria.

La degollina de equipos poderosos a manos de clubes de divisiones inferiores puso emoción a una nueva jornada de la Copa de la FA en Inglaterra.

Las caídas como locales de Chelsea (2-4 ante Bradford City) y Manchester City (0-2 Middlesbrough), encajan en un panorama de desconcertante vulnerabilidad de equipos de la Premier recibiendo a clubes de divisiones inferiores esta temporada: nada menos que seis de un total de 13 partidos terminaron en empate o derrota de los locales; y en seis de los siete partidos restantes, los poderosos locales debieron sudar para marcar diferencias.

Manuel Pellegrini

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Pie de foto, Pellegrini, cabizbajo tras la derrota del Manchester City.

Otro poderoso, el Man United, sólo empató 0-0 en su visita al Cambridge United, de la cuarta división. (En las copas inglesas sólo se juega un segundo partido en caso de empate, de modo que el modestísimo Cambridge está más que feliz por la recaudación adicional.)

El Liverpool, también como local, empató sin goles con el Bolton Wanderers, de la segunda división; otro equipo de la segunda, el Blackburn Rovers, venció 3-1 al Swansea City.

Mourinho

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Pero lo del Chelsea escapa a los parámetros normales. Vaya un dato: es el primer líder de la primera división desde 1903 (sí, casi 112 años) en ser derrotado en su casa por un club que no milita en alguna de las dos primeras divisiones del fútbol inglés.

Por eso, y por la emotividad que caracterizó al tanteador (el local ganaba fácilmente 2-0, se descuidó, el Bradford se le subió a las barbas y marcó cuatro veces… ¡cuatro veces!) se dijo en muchos foros que este era el resultado más extraordinario en la historia de la FA Cup.

Seguidores de Bradford City

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Pie de foto, Los aficionados de Bradford City celebraron en la casa del Chelsea.

Dado que no somos historiadores, nos interesa más la pugna de los protagonistas actuales. Una anécdota, que cuenta Alyson Rudd (columnista de fútbol y literatura en el Times, ex jugadora del Leyton Orient Ladies), refleja este choque de voluntades.

En el túnel de Stamford Bridge, antes de salir al campo, Filipe Morais, del Bradford City, hace sus ejercicios de concentración: lo imaginamos aspirando hondo, exhalando, aspirando, exhalando, fijando su pensamiento en las instrucciones recibidas, prometiéndose no caer en baches de rendimiento y conservar la calma ante las provocaciones…

Se habrá dicho, suponemos, que no podía fallar ahora, en su retorno al estadio donde pasó varias temporadas al comienzo de su carrera, sin jugar ni una vez con el primer equipo.

De repente, Morais se da cuenta que alguien está gritando su nombre, tratando de llamarle la atención: es su compatriota Mourinho, de Setúbal (ciudad a 50 kilómetros de Benavente, pueblo natal de Morais), que fue su DT nueve años antes, precisamente en el Chelsea.

Mourinho

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Pie de foto, "Hey, Filipe... Filipe. Acá, acá estoy... Filipe... Voltea, que te estoy llamando".

"Así es Mourinho, qué personaje. Yo estaba tratando de concentrarme en el partido. Y él probablemente trataba de distraerme, de sacarme del partido. Es muy hábil", dijo Morais.

En la escala jerárquica de los futbolistas portugueses, Filipe Morais está en el extremo opuesto a Cristiano Ronaldo. Hasta es posible que el de Madeira no conozca ni de nombre al de Benavente, que vive el ocaso de su carrera en la penumbra de la tercera división inglesa.

Pero el sábado, para variar, Morais vivió uno de los momentos más felices de su carrera: fue uno de los mejores de su equipo y marcó el gol del empate que abrió paso a la victoria, el día en que CR7 se hacía expulsar por patear a un rival demasiado pegajoso, en la visita del Real Madrid al Córdoba, que los blancos ganaron 1-2, sin merecerlo según las crónicas.

Filipe Morais

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Pie de foto, El luso Morais disfrutó de una gran jornada.

Así, el equipo del portugués modesto eliminó de la Copa al equipo más fuerte de la Premier, del portugués más festejado y seguro de sí mismo desde el navegante Vasco da Gama.

Cuesta creer que Mourinho lleve su talante maquiavélico al extremo de gastarle una jugarreta a un futbolista que en los papeles no era ninguna amenaza, dada su trayectoria profesional: tras rechazar un contrato en el Chelsea ("porque nunca jugaré un partido") ha pasado por Milwall, St. Johnstone, Hibernian, Inverness, Oldham, Stevenage, Bradford…

A no ser que… bueno, hay otro profesional del Bradford City que se sintió manipulado por Mourinho: tres minutos y medio antes de terminar el partido, el técnico Phil Parkinson se negó a estrechar la mano que le ofrecía prematuramente el portugués.

"No quería tentar al destino con esos cracks que tiene el Chelsea en su equipo", explicó luego.

Parkinson

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Pie de foto, Al final, Mourinho terminó estrechando la mano de Parkinson... y del resto de la plantilla del Bradford City.

Muchos interpretaron este gesto de Mourinho como un intento de "desconcentrar" al banquillo del Bradford, que ya ganaba 4-2 a esa altura. Pero tal vez sea algo propio de la personalidad exhibicionista del luso, que en una oportunidad anterior, antes de finalizar un partido que su equipo ganaba 3-0 al Aston Villa, también ofreció su mano al técnico Paul Lambert y a su ayudante de entonces, Roy Keane. Ambos se negaron a estrechársela.

Después del partido, Mourinho fue al vestuario de la visita y estrechó las manos de todo el plantel, incluyendo a Parkinson. El gesto fue muy elogiado por la gente del Bradford.

Hace unos días, Mourinho criticó a Carlo Ancelotti por declararse feliz de que el Real Madrid hubiera sido eliminado de la Copa del Rey: "Nosotros peleamos en todas las competiciones", dijo. Y lo próximo que le ocurre es esta eliminación de la FA Cup.

El sentido del "tempo", de la oportunidad, le está fallando a uno de los mejores "tiempistas" de la historia del fútbol.

¿Es algo pasajero o refleja una tendencia?

Un resultado, o un par de datos, nunca marcan una tendencia, afirman los que entienden de estadísticas y cálculo de probabilidades.

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