A Chile en busca del triunfo empresarial, en vez de Silicon Valley

  • Katie Manning
  • Santiago de Chile
George Cadena.

Fuente de la imagen, Cadena

Pie de foto, George Cadena trasladó su empresa a Chile a pesar de que no habla español.

Hace poco más de un año, George Cadena, de Los Ángeles, California, decidió trasladar su empresa recién creada, Aeterna Sol, a un lugar poco usual.

"Tuve que buscar Santiago en la Wikipedia", confiesa Cadena, que estudió un master en ingeniería eléctrica en la Universidad Caltech. El resultado de la búsqueda sirvió para deshacer su prejuicio sobre Chile y América Latina como un lugar de "drogas y corrupción".

Sin desanimarse por no hablar español, que a lo largo de su vida le ha imposibilitado comunicarse con su abuela de Bolivia, Cadena, de 29 años, se registró en Start-Up Chile (SUP).

SUP ofreció como atractivo una subvención de US$40.000, redujo los trámites, y facilitó visados de un año a 25 empresas incipientes para que sus negocios funcionaran en Chile durante al menos seis meses.

La iniciativa la patrocina el gobierno y su objetivo es que los emprendedores pongan a Chile en el mapa de la innovación. Un video promocional en inglés en el sitio web de SUP resume su misión: "Llegan. Trabajan. Se conectan. Se van y Chile queda conectado".

Pasados 13 meses, 9 de las 22 empresas que llegaron a Chile no han llegado a la parte del "Se van". Han optado por quedarse.

Mercancía valiosa

Los emprendendores inmigrantes son una mercancía valiosa. Entre 1995 y 2005, los inmigrantes crearon la mitad de los nuevos negocios de Silicon Valley, en California, según un estudio.

En un esfuerzo por atraer a emprendedores internacionales, países como EE.UU., Reino Unido y Grecia han lanzado recientemente programas similares.

Los emprendedores de SUP están de acuerdo en que el gobierno chileno le pone las cosas fáciles a los empresarios, pero no es el reducido impuesto del 20% lo que les induce a quedarse.

Al principio, solo una "reducida minoría tenía la intención de quedarse", dice Cadena, pero SUP creó un "ambiente de campamento de verano; aquí se forman amistades realmente sólidas".

La nueva sede de SUP en la comuna de Providencia, en Santiago, vibra con decenas de jóvenes emprendedores. El edificio, mitad mansión histórica, mitad caja de cristal, alberga a la segunda hornada, 87 nuevas empresas, y a un puñado de las 22 originales.

Alrededor de mesas muy organizadas se sientan los emprendedores, atentos a sus computadores portátiles, con audífonos inalámbricos y vistiendo camisetas típicas de los fanáticos de la tecnología.

Start Up Chile.

Fuente de la imagen, Start Up Chile

Pie de foto, EE.UU., Reino Unido o Grecia han lanzado recientemente programas similares a Start-Up Chile.

"Lo importante es lo que puedes hacer con la red de gente que crea este programa. Nos dan consejos y ayuda", dice Tiago Matos, que vino de la segunda mayor ciudad de Portugal, Oporto. Cofundó Vennder, un sitio web trilingüe que crea tiendas virtuales para pequeños negocios".

Recientemente, necesitó a un abogado en EE.UU. Después de una rápida conversación con un estadounidense en el programa SUP, pudo resolver su problema.

Cuando se fue de Portugal en 2010, Vennder daba servicio a 200 comercios. Ahora tiene 3.500 clientes, un 15% de los cuales son chilenos.

Atribuye el salto numérico a que tradujo su web al español y al inglés, y a las conexiones que hizo en SUP, que sirvieron para establecer a Vennder en Chile.

¿Dinero chileno para extranjeros?

SUP puso a Matos inmediatamente en contacto con la compañía local de diseño Oflow, y los dos han estado trabajando juntos desde entonces.

"Chile es un país pequeño. Cuando conoces a la gente correcta, puedes empezar. En otros países, puede ser duro conocer a la gente correcta", dice el emprendedor Enrique Fernández, de 29 años y procedente de Viña del Mar, en Chile.

Es copropietario de SupplierSync, un punto de encuentro virtual para compradores y vendedores. En un principio SUP solo seleccionó a solicitantes extranjeros, pero Fernández pasó el corte porque vivía fuera del país.

Algunos critican al programa por entregar fondos del gobierno a extranjeros, pero desde la segunda ronda, también reciben financiación empresas nuevas chilenas que tengan una "mentalidad global".

Brenna Loury, empleada de SUP, dice que ellos mismos también son una empresa en ciernes. "No te puedes ni imaginar las veces que hemos cambiado cosas".

Añade que saber que el 40% de las empresas que iniciaron el programa se iba a quedar fue "una sorpresa".

"No sabíamos qué esperar. Para nosotros fue algo muy bueno y que nos motivó".

Ese mismo sentimiento lo tuvo la mayoría de los emprendedores. "Santiago es el lugar al que dirigir los mercados de América Latina", dice Tiago Matos de Vennder.

Cadena piensa igual. "Nunca he visto algo como esto... esto es algo que entrará en los libros de historia. Es una experiencia ejemplar para otros países".

Líder

Enrique Fernández dice que en lo que se refiere a la puesta en marcha de nuevas empresas y a la innovación, Chile está de moda.

Las universidades de aquí, al igual que las de EE.UU., están liderando en este ámbito.

Estudiantes de la Universidad Católica Pontificia de Santiago ganaron recientemente una competición internacional de estudiantes emprendedores celebrada en EE.UU. Vencieron a equipos de Austria, Canadá, Chile, Francia, Reino Unidos y EE.UU. y se embolsaron un premio de US$25.000.

"Los jóvenes chilenos tradicionalmente han querido trabajar para una gran empresa. Eso está cambiando. Ahora, quizás quieran trabajar en algún lugar algo más flexible", dice Javier Parajo, un emprendedor de Argentina. Fue uno de los primeros seleccionados por SUP y es copropietario de Junar, un web de extracción de datos.

En lugar de quedarse esperando a que termine la fase de prueba de su tecnología de paneles solares en el desierto chileno de Atacama, George Cadena está intentando sacar partido de su situación. Junto con otros cinco emprendedores de SUP ha creado "De Emprendedores, Para Emprendedores", o De-Pe. Imparten clases sobre cómo montar una empresa.

Cadena llegó a un acuerdo con la Universidad Católica, una de las más importantes de Chile, para comenzar con el curso.

"Eso es otra cosa. Las cosas comienzan a rodar rápido", dice, convencido de que habría tardado más en ponerse en funcionamiento en su alma mater, Caltech. "Las universidades en EE.UU. no son tan receptivas como en Chile", asegura.

Sin embargo, las conexiones internacionales aún no se han convertido en un generador de empleo para los chilenos. El programa está aún en su primera fase y hasta ahora los emprendedores han contratado a 134 chilenos.

Choque cultural

"Aún hay una gran distancia que salvar entre los emprendedores locales y SUP", dice Cadena.

La comunicación puede ser un reto, aunque SUP intenta facilitar las cosas, según los emprendedores. "Para hacer negocios aquí es imprescindible el español", dice Cadena. La ventaja es que la cultura de negocios en Chile prefiere a los extranjeros: "En nueve de cada diez ocasiones, los chilenos prefieren comprar a un extranjero que a un chileno".

Jorge Díaz, un español de Asturias de 36 años, es dueño del sitio de gastronomía Yumit, al que los usuarios pueden enviar fotografías de sus platos y restaurantes favoritos.

El numero de usuarios de Yumit se ha duplicado hasta 5.000 desde que Díaz llegó a Chile. El 100% de su crecimiento proviene de América Latina. Cree que la amplia cobertura que han dedicado los medios chilenos a SUP le ha dado gran visibilidad a su propio sitio.

Sin pararse para respirar, Díaz enumera una lista de restaurantes imprescindibles que distan solo unas cuadras de la nueva oficina de SUP. Se entusiasma con un pequeño restaurante alemán que está en la acera de enfrente. "No me interesa volver a Europa. Prefiero quedarme aquí en América Latina".

Luchando por atención

El programa SUP está atrayendo algo de atención internacional, pero según el argentino Javier Parajo, esto aún no se ha visto reflejado en una mejora financiera para su empresa.

Los medios de comunicación de EE.UU. han informado sobre su sitio web de extracción de datos, dice. "Quizás ocurre por el reconocimiento que supone el que hayamos sido seleccionados por una entidad bien conocida, pero para el negocio, no, no ha ayudado".

En el momento en que menciona su condición de empresa incipiente, los clientes potenciales de EE.UU. responden: "Sí. Interesante. Muéstranos el dinero".

Los emprendendores de SUP pueden quedar para hablar sobre tecnología y beber piscola, un popular cóctel chileno. Pero que su empresa se dé a conocer en Chile es un gran obstáculo para Parajo, y por eso su socio se reinstaló en Silicon Valley cuando acabó el programa. Él se quedó en Santiago porque tuvo problemas para conseguir una visa estadounidense.

Aun así, desde que se unió al programa ha conseguido una inversión de US$1,2 millones, además de acceso a "fondos del gobierno, subsidios y a una creciente industria de capital riesgo".

"Esas cosas no existen en mi país", agrega.

Es demasiado pronto para saber si SUP persuadirá a muchas más empresas incipientes extranjeras para que se asienten en Chile, pero Cadena cree que al menos en California ha servido para abrirle la mente a otros emprendedores como él sobre esa posibilidad.

Vivek Wadhwa, profesor visitante en la Universidad de California, Berkeley, y asesor de SUP, destaca que el 40% del grupo piloto decidiera quedarse en Chile.

"La idea es fertilizar el escenario local con nuevas ideas y gente ambiciosa. Esta es una relación en la que todos salen ganando. Si todo va conforme a lo planeado, habremos creado un vibrante centro de innovación en Chile, el Silicon Valley del Sur".