Policías de Venezuela, un goteo de muertes incesante

  • Abraham Zamorano
  • BBC Mundo
Polisucre en Petare

Fuente de la imagen, AFP

Pie de foto, La Policía Municipal de Sucre es la encargada de patrullar el peligroso barrio de Petare, en el este de Caracas.

A pocos metros de su casa en la periferia de Caracas, muy temprano en la mañana, la agente de la Policía Nacional Bolivariana Ataimika Torres se cruzó con dos hombres dispuestos a acabar con su vida para arrebatarle su arma reglamentaria.

Lo hicieron propinándole dos disparos en la cabeza. Torres se convirtió así, el pasado 27 de diciembre, en la última víctima del año de un goteo incesante en Venezuela: los policías que caen víctimas de la inseguridad. Sólo en 2012, murió más de uno cada día.

Si ser policía es una profesión peligrosa, lo es doblemente en un país como Venezuela: por el clima de violencia cotidiana que sufre y porque matarlos se ha convertido casi en un divertimento más para los delincuentes, una perversa medalla que se anotan.

Y últimamente, con recompensa. Los policías dan por ciertos los reportes de la prensa que hablan de cárceles en las que se ha puesto precio a la vida de cualquier agente descuidado: 30.000 bolívares (casi US$7.000 al cambio oficial).

Sólo en la región metropolitana de Caracas, la cifra de agentes caídos en incidentes violentos superó el centenar. Rara vez se habla de acto de servicio, casi siempre resultan víctimas de asaltos fuera de su horario de trabajo.

En cualquier caso, de servicio o de paisano, los agentes acarrean uno de los principales objetos de deseo de quienes están dispuestos a matar, un arma de fuego. "Asesinan a policía para robarle el arma" es ya un titular habitual de las secciones de sucesos de los diarios venezolanos.

Nunca patrullar solo

"Cuando uno se pone el uniforme, sabe que se está creando enemigos", le dijo a BBC Mundo un agente de una unidad motorizada que patrulla en el popular barrio de Petare y que prefirió reservar su nombre.

Polisucre en Petare

Fuente de la imagen, AFP

Pie de foto, Los agentes tienen la orden de permanecer siempre alerta, incluso fuera de servicio.

El policía, al tiempo que mostraba su preocupación por el alto número de compañeros caídos, 103 sólo en la Gran Caracas, no dudó en mostrar cuál será su reacción si resulta víctima de un asalto: "Si lo veo venir, no espero, ahí disparo, es su vida o la mía".

Las fuentes policiales consultadas coinciden en que, con la situación que viven, es fundamental que no patrullen solos, pero claro, como comentó el agente: "Cuando uno entrega el servicio ahí se va solo para la casa y entonces es que hay que permanecer más alerta".

"Otra cosa que nos mata es la rutina", le dijo a BBC Mundo el comisario Elisio Guzmán, director de la Policía Estatal de Miranda, en alusión a los agentes que bajan la guardia cuando ya no están de servicio.

Guzmán explicó que, dado que según la ley venezolana un agente lo es 24 horas al día, estos deben permanecer constantemente en alerta, incluso cuando no están de servicio. Cuando están trabajando, la instrucción es nunca estar solo.

"Lo mejor es prohibirle a los funcionarios la prestación de servicios en solitario. Nosotros tenemos zonas como Petare donde nuestras patrullas están conformadas por lo menos por cinco hombres para que se puedan defender. En otros lugares son suficientes dos hombres", explicó el comisario.

¿Por el arma?

Guzmán no cree que el deseo de robar el arma de fuego sea la motivación inicial de la alta cifra de agentes caídos víctimas de la inseguridad. "Es un botín como cualquier otro. Con el policía actúan con saña, como una especie de venganza colectiva contra un gremio", le dijo a BBC Mundo.

Coincide con Guzmán el comisario Manuel Furelos, director de la Policía Municipal de Sucre, uno de los cinco municipios de Caracas, al calificar el fenómeno de algo "fortuito" que no tiene como germen el arma de fuego.

"El patrón no es para robarle el arma, esos son casos muy específicos. Son una víctima más y cuando se dan cuenta de que posee un arma, es que se la sustraen y se menciona en los medios ya que es parte del botín", comentó el comisario en entrevista con BBC Mundo.

"El 90% de los casos se trata de funcionarios que están vestidos de civil y en muchos casos les roban sus propias armas particulares, ni siquiera son las armas de reglamento", justificó.

La misma idea defiende Roberto Briceño, director de la ONG Observatorio Venezolano de la Violencia (OVV), para quien "robar el arma no es una motivación central, pero sí es un beneficio adicional".

"Matar a un policía no sólo es un reto sin un factor de prestigio ante la comunidad y las bandas rivales", le dijo el experto a BBC Mundo.

Incluso sin que inicialmente el móvil del crimen fuera robarles la pistola, informes policiales y crónicas periodísticas incluyen siempre al menos una línea al respecto: le arrebataron el arma reglamentaria.

Impunidad

Según el comisario Furelos, un elemento que contribuye al desenlace fatal es que los policías tienden a ofrecer resistencia. "Eso es algo natural, cuando tu trabajo es enfrentar al delincuente, muchas veces no reaccionas de la mejor manera, sino bajo ese concepto de ser policía".

"Esta situación es parte de la impunidad. Es muy pequeño el porcentaje de los casos en que se enjuicia a la persona y hay sentencia firme. Esa impunidad ha traído ese libertinaje de que los delincuentes se den el lujo de matar", opina Furelos.

La misma idea defiende Briceño, que ve en la situación "un fenómeno particular que tiene que ver con la pérdida de respeto a la autoridad y la impunidad".

No en vano, en Venezuela alrededor del 90% de los homicidios quedan sin resolver. Y eso con una de las tasas más altas de la región, 73 por cada 100.000 habitantes según el cálculo del OVV. El último dato del gobierno es de hace varios años y rondaba 50.

Eso sí, los casos de policías muertos tienden a tener un porcentaje de solución "un poco más alta". "Por la dedicación del compañero que lo toma muy a pecho y dan su tiempo libre para seguir la investigación. No es el 100%, sino una parte importante", comentó el comisario Guzmán.

"A toda vida"

"Cuando un policía muere, el ciudadano debe pensar 'qué dejarán para mí que no tengo ni entrenamiento ni armas'", afirmó Guzmán.

La respuesta del gobierno del presidente Hugo Chávez fue el lanzamiento de la Gran Misión "A toda vida Venezuela", el vigésimo plan de seguridad basado en políticas preventivas.

"El problema de la inseguridad no se resuelve con más policías", dijo recientemente el ministro del ramo, Néstor Reverol, quien en línea con lo argumentado por el gobierno en los últimos años, considera que la prevención es fundamental antes que la represión.

Según Briceño, los resultados del gobierno son negativos. "Las políticas públicas se miden por resultados y tenemos 14 años en que pasamos de 4.550 a 21.600 homicidios: no hay resultados".

"Desde que llegó Chávez se ha frenado la actuación de la policía. En parte para frenar los abusos, algo razonable, y en parte porque consideraban que le restaban popularidad al gobierno", opinó Briceño.

El analista considera que "la política oficial de no reprimir" ha llevado a que ante la muerte de un policía y la previsibilidad de la impunidad, "han empezado a emprender actuaciones ilegales".

"Para el año pasado estamos calculando más de 2.700 muertos por resistencia a la autoridad. Antes no era tan marcado, no es que no existiera, porque tenemos la combinación perversa de policías que no pueden actuar formalmente porque el gobierno no quiere aparecer como represor y agentes que actúan a su voluntad, sin control", dijo Briceño.