América Latina en el mapa del comercio mundial de armas

  • Thomas Sparrow
  • BBC Mundo
armamento en Venezuela

Fuente de la imagen, AP

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Uno de los países con mayor incremento en la importación de armas es Venezuela.

Durante casi todo julio, los 193 miembros de Naciones Unidas negociarán lo que esperan que sea el primer tratado para asegurar que el comercio mundial de armas no se desvíe para contribuir a los conflictos armados y a la violencia.

En estas negociaciones, América Latina tiene un interés particular.

Por un lado, hay una tendencia creciente hacia la militarización, según denuncian algunos al referirse a los casos de Venezuela y Brasil.

Por otro, la región sufre los problemas derivados de un negocio que se calcula que mueve hasta US$70.000 millones al año.

Algunos analistas señalan que las ventas de armas mal reguladas fomentan los conflictos armados y la corrupción.

"Tenemos más armas en circulación que la mayoría de regiones y tenemos las más altas tasas de homicidios por armas de fuego", le dice a BBC Mundo Mélanie Régimbal, la directora del centro de Naciones Unidas para la paz, el desarme y el desarrollo en América Latina y el Caribe (Unlirec).

No obstante, los países de América Latina están lejos de los mayores importadores y exportadores de armas del mundo (ver recuadro).

Tendencias

Brasil apenas se asoma como el exportador número 20 entre 2007 y 2011, según el instituto Stockholm International Peace Research Institute (Sipri), que sigue de cerca el tema.

En el renglón de los compradores Venezuela y Chile ocupan las posiciones 15 y 18.

En total, América recibió el 11% de las importaciones, muy lejos de Asia y Oceanía (44%), que lidera el listado y sólo por encima de África (9%).

Pese a ello, muchos analistas destacan que en la región, y especialmente en Sudamérica, hay una tendencia a adquirir más de lo que se solía hacer.

El volumen de las importaciones a los países sudamericanos creció 77% en el periodo 2007-2011 en comparación con el periodo 2002 y 2006 (en contraste, siempre según datos del Sipri, el aumento en África Subsahariana fue de 20%, en Asia y Oceanía del 24% y en el norte de África 273%.

Brasil y Venezuela

Venezuela y Brasil son los ejemplos más notorios de esta tendencia a armarse en la región.

El primero pasó de ser el importador número 46 del mundo a la posición número 15 (lo que según Sipri es un aumento en sus importaciones del 555%), gracias en parte a acuerdos con Rusia.

Brasil, por un lado, es el principal exportador de la región, con aviones como los Super Tucano, producidos por Embraer para labores de contrainsurgencia.

Pero por otro, firmó un acuerdo con Francia para convertirse en una de las siete naciones capaces de diseñar y operar submarinos nucleares.

El acuerdo, de US$14.000 millones en equipamiento militar, fue considerado el mayor gasto de este tipo en más de medio siglo para el gigante sudamericano.

La situación económica explica esta tendencia, según uno de los expertos consultados por BBC Mundo.

"Ha sido una década relativamente dulce en términos financieros para Latinoamérica, lo que ha permitido que los gobiernos puedan darse el lujo de gastar en armamento", dice Diego Fleitas, director de la Asociación para Políticas Públicas, una organización argentina que analiza las políticas de control de armas en la región.

Estas transacciones, sin embargo, no explican por sí solas por qué América Latina sufre particularmente los efectos derivados del comercio de armas.

Estos casos son transferencias legales, mientras buena parte de la violencia se alimenta de las transferencias ilegales.

Pero las dos están intrínsecamente ligadas, como le explica a BBC Mundo el mexicano Héctor Guerra, uno de los coordinadores de la Red de Acción Internacional sobre las Armas Pequeñas (IANSA, por sus siglas en inglés).

"Hay un problema muy serio, y es cuando las transferencias lícitas caen en manos equivocadas", dice.

De ahí que muchos consideren clave regular las transferencias lícitas como una manera de enfrentar los problemas del tráfico ilícito, como se discute actualmente en Nueva York.

En este caso, los países de América Latina apoyan un eventual tratado, aunque algunos países tienen sus reservas (ver recuadro).

"La violencia armada, el crimen y la seguridad son los temas más importantes que tienen en la agenda los estados de la región", concluye Régimbal, de Naciones Unidas.

"Entonces es clave buscar soluciones que ayuden a estandarizar los procesos. Los Estados ven con buenos ojos el tratado como una herramienta para solucionar todos estos problemas que afronta la región".