Última actualización: sábado, 25 de septiembre de 2010 - 00:09 GMT

Alcaldes mexicanos, en la línea de fuego

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En la lucha contra los carteles de narcotráfico, los alcaldes de México están en la línea de fuego. Y han tenido bajas: en lo que va del año diez han muerto por grupos aparentemente vinculados con bandas de tráfico de drogas.

La víctima mortal más reciente fue el alcalde Prisciliano Rodríguez Salinas, presidente del municipio de Doctor González, en Nuevo León, al noreste del país, asesinado cuando llegaba a su casa.

Es el segundo alcalde que muere de forma violenta en ese estado en poco más de un mes.

Horas después, pasado el mediodía de este viernes, fue atacado el presidente municipal electo de Gran Morelos, Chihuahua, Ricardo Solís, quien se encuentra grave tras haber recibido varios disparos.

La inusual ola de ataques del narcotráfico preocupa a autoridades y organizaciones civiles. Incluso el Senado de México exigió al gobierno federal medidas especiales para proteger a los presidentes municipales amenazados.

Analistas dicen que la violencia contra alcaldes es una muestra de su fragilidad, porque la lucha por el control del tráfico de drogas se libra en los territorios donde gobiernan.

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"Son el hilo más delgado. La delincuencia quiere someter a los políticos y empieza por los alcaldes", le dijo a BBC Mundo Antonio Ortega Sánchez, presidente del Consejo Ciudadano de Seguridad Pública.

El presidente Felipe Calderón condenó la muerte de Rodríguez Salinas, mientras que el embajador de Estados Unidos, Carlos Pascual, dijo que la violencia contra gobernantes es “un horror”.

En la trinchera

Antonio Leal

Marco Antonio Leal, alcalde del municipio de Hidalgo,fue asesinado a finales de agosto.

Además de Nuevo León, los homicidios de alcaldes han ocurrido en Oaxaca y Guerrero, al sur del país, así como en Tamaulipas, Chihuahua y San Luis Potosí, en el norte.

También se registró una muerte en el estado de Hidalgo, en el centro de México.

Desde 2006, cuando el gobierno intensificó su lucha contra carteles de narcotráfico, los presidentes municipales quedaron a la mitad del campo de batalla, afirma el líder del Consejo de Seguridad.

Las autoridades han documentado casos de alcaldes que colaboraban con la delincuencia organizada, y otros que fueron obligados a permitir el tráfico de drogas en su municipio.

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Pero también hubo quienes intentaron resistir a los carteles y fueron asesinados, incluso por sus propios policías como ocurrió con el alcalde de Santiago, en Nuevo León.

En todo caso, los ataques evidencian abandono de las autoridades, insiste Ortega Sánchez.

"El Estado no tiene el control de algunas zonas que están en manos de la delincuencia organizada", asegura.

Miedo

Policías mexicanos

Según Genaro García Luna, el 40% de las policías mexicanas "no combaten el delito".

La corrupción de policías locales es otra razón tras la violencia contra alcaldes mexicanos.

Recientemente el ministro de Seguridad Pública, Genaro García Luna, dijo que los carteles financian a muchas corporaciones locales, e incluso invierte unos US$100 millones al mes en sobornos.

El resultado es que el 40% de las policías mexicanas "no combaten el delito ni protegen a la comunidad", dijo el funcionario.

Así, desde 2006 cientos de elementos han sido detenidos por probables vínculos con bandas de narcotráfico, e incluso corporaciones enteras han sido desmanteladas por el ejército, o la misma comunidad.

El ejemplo más reciente ocurrió en Ascención, Chihuahua, donde los pobladores del municipio obligaron al alcalde a despedir a todos los policías, acusados de proteger a secuestradores.

Los ataques del narcotráfico alteraron la vida de algunos ediles, quienes viajan en autos blindados y con escolta permanente, sobre todo en Sinaloa, Michoacán, Tamaulipas, Guerrero y Chihuahua.

En municipios de la frontera norte varios alcaldes enviaron a sus familias a Estados Unidos, mientras que otros abandonaron el cargo.

Eso ocurrió con el presidente municipal de San Francisco de Conchos, Chihuahua, Armando Hidalgo, quien renunció por amenazas de un grupo de narcotraficantes.

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