El autobús parlante

Más de 40 personas nos congregábamos delante de un Routmaster, un autobús rojo antiguo y actualmente en desuso. Las caras de los participantes mostraban desconcierto y expectativa al mismo tiempo.

Por fin, subimos al bus, donde un tipo vestido de revisor de boletos de bus de principios del siglo XX nos aguardaba, misterioso. Un murmullo apocado se apoderó del lugar. ¿De quién se trata?

Pues de Alex Summerville, un cuentacuentos profesional y maestro de ceremonias quien, delicadamente, nos acalló con eso que sabe hacer cómo nadie: contarnos un cuento.

Y después del cuento nos tocó el turno a los extraños que allí nos encontrábamos. Sabíamos que teníamos que conversar, conocernos, contarnos anécdotas e historias, algo a lo que los pasajeros londinenses no están acostumbrados.

¿Pero cómo empezar? Summerville venía preparado.

Summerville jugó su mejor carta para ilustrarnos en eso del arte de la conversación, que ésta vez venía en forma de bolsa repleta de objetos extraños: un rollo de papel de baño, una cuerda, una máscara de monstruo, un dinosaurio de plástico...

La idea era muy simple: darle un uso poco convencional a uno de esos objetos. Una vez más, todos nos miramos incrédulos. "¡Pero si me ha tocado un cencerro!", se le oía decir divertida a una de las asistentes.

Sin embargo, todos supimos que el juego había funcionado cuando nadie hizo caso del sonido de la campanilla que indicaba el final del tiempo otorgado. ¡Queríamos seguir conversando!

De acuerdo con Dan Chilcott, representante de Limina, los juegos son la forma de interacción entre desconocidos más fructífera, ya que "al tener sus propias normas y no seguir las impuestas por la sociedad, son una técnica muy útil para romper el hielo".

No obstante, entablar conversación con un desconocido puede ser tarea difícil.

Enfrascarse en la lectura de un libro, jugar a videojuegos o escuchar música son las actividades más comunes que uno lleva a cabo en un vagón de metro.

Entonces, ¿cómo romper esa barrera inicial?

Alex Somerville dio a los participantes algunos consejos. "En primer lugar, tienen que estar dispuestos a compartir su vida personal, a hablar de ustedes", subraya el cuentacuentos.

Los pasajeros seguían hablando. Esta vez, Alex propuso conversar sobre nuestros intereses comunes. "¿Qué música te gusta?", me dice mi compañero de aventuras. "A mí me gusta de todo. Sin embargo, creo que la música de hoy en día no tiene personalidad", me aclara sin darme pie a contestar.

"Por otro lado -añade Summerville- necesitan saber escuchar y ser expresivos, ya que esto ayuda a construir puentes entre las personas", concluyendo que "se debe confiar en que la gente esté interesada en usted y su vida".

Carolie Fiennes, directora ejecutiva de GlobalCool, y que también se atrevió a participar en el evento, fue más allá cuando nos aseguró que la clave de la situación reside en "no evitar el contacto visual" y, sobre todo, tener muy presente que "si no hay química con el interlocutor elegido", uno no se debe desesperar, sino "buscar otras alternativas".

Poco a poco nuestro viaje llegaba a su fin. Inmersos en charlas inusuales, no nos habíamos dado cuenta del maravilloso camino por el que nos estaba llevando el autobús rojo. De Hyde Park a Green Park, pasando por Victoria y Westminster, una ruta salpicada de vistas increíbles del Big Ben, el Parlamento, el Támesis y el London Eye.

"La idea consiste en mostrar que, aunque pueda percibirse como una forma de desplazamiento incómoda y pesada, utilizar el metro o el bus puede convertirse en una actividad entretenida", sugería Dan Chilcott, representante de Limina.

"De esta forma, animamos a la gente a que deje el auto en sus casas y utilicen el transporte público", añadía.

Esa propuesta coincide con la filosofía de Limina de promover la sostenibilidad y con ello respetar el medio ambiente.

Tras casi dos horas de conversaciones desordenadas y carcajadas, llegamos a nuestro destino, Speaker's Corner en Hyde Park.

La gente se apeó del autobús para dirigirse a sus casas, no sin antes intercambiar números de teléfono, tarjetas, direcciones de email e incluso charlar un rato más.

Nigel, uno de los asistentes al evento, compartió su visión sobre la experiencia con BBC Mundo.

"Normalmente, soy una persona bastante introvertida. Para mí, esto es una buena oportunidad para conocer a gente nueva".

Milan, otro de los participantes, nos confesó que había acudido porque "le encanta hablar" y "conocer a gente diferente".