Quién es Viktor Orbán, el ultranacionalista primer ministro de Hungría que cree que Europa está siendo invadida por los inmigrantes

  • Redacción
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Viktor Orbán

Fuente de la imagen, Reuters

Pie de foto, Orbán recibió el apoyo de casi la mitad de los votantes en las elecciones celebradas en Hungría el domingo, lo que le permitirá ejercer un tercer mandato consecutivo como primer ministro del país.

Se define a sí mismo como el defensor de Hungría y Europa ante los inmigrantes musulmanes.

El primer ministro húngaro Viktor Orbán, del gobernante partido conservador nacionalista Fidesz-Unión Cívica Húngara, ganó este domingo sus terceras elecciones consecutivas bajo la promesa de continuar anteponiendo la soberanía nacional a cualquier otra cosa.

Pero los críticos lo atacan por considerar que sus políticas son racistas y autoritarias.

¿Qué significa para Europa que Orbán haya vuelto a triunfar en los comicios con el apoyo de casi la mitad de los votantes?

"Mantener a Hungría como Hungría"

En 2015, Viktor Orbán era uno de los líderes mundiales a la cabeza de la masiva manifestación que recorrió París por la libertad de expresión y contra el terror tras el ataque sufrido por el periódico satírico francés Charlie Hebdo.

Orbán fue claro desde el primer momento sobre a quién había que culpar: a los inmigrantes.

"Nunca permitiremos que Hungría se convierta en un país objetivo de los inmigrantes. No queremos minorías con culturas y antecedentes diferentes entre nosotros. Queremos mantener a Hungría como Hungría", dijo.

Viktor Orbán

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Pie de foto, La defensa a ultranza de la soberanía nacional y su rechazo tajante a la entrada de inmigrantes han caracterizado el discurso de Orbán y su partido, Fidesz.

Fue un discurso que Orbán ya había utilizado en el pasado. Pero desde aquel momento, comenzó a explotarlo para continuar atrayendo el interés de los votantes.

En 2015 y 2016, Europa tuvo que hacer frente a otro desafío: la llegada de cientos de miles de refugiados.

Según Orbán, muchas de estas personas no eran refugiados huyendo de la guerra y la persecución sino "inmigrantes económicos" buscando una mejor vida en el oeste de Europa.

En realidad, muy pocas de las miles de personas que cruzaron la frontera de Hungría desde el sur en 2015 querían quedarse allí. Se dirigían a los países más prósperos de Europa occidental.

Pero la pesadilla de Orbán era que en el futuro pudieran ser devueltos a Hungría desde Austria o Alemania.

Inmigrantes en la frontera de Hungría con Serbia en 2015.

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Pie de foto, Miles de inmigrantes utilizaron la frontera de Hungría con Serbia para tratar de entrar a la Unión Europea a lo largo de 2015.

En mayo de 2015, la Comisión Europea propuso cuotas obligatorias para redistribuir a los solicitantes de asilo. Pero Orbán no estaba dispuesto a aceptarlas.

"Nadie nos dirá a quién dejamos entrar en nuestra propia casa", exclamó.

Y respondió con una valla. En junio de 2015, Hungría anunció la construcción de una barrera de 175 kilómetros a lo largo de la frontera sur con Serbia.

"Cortina de hierro" contra inmigrantes

Poco antes, su partido Fidesz había perdido dos elecciones parciales y el líder, según sus críticos, vio en la carta de la inmigración un auténtico filón.

En los meses siguientes, su partido recuperó hasta un millón de seguidores, según los encuestadores.

La valla fue construida y se agregó una extensión de 40 kilómetros a lo largo de la frontera con Croacia. Cubierta con bobinas de alambre de púas, se reforzó con una segunda valla, una corriente eléctrica de 900 voltios y cámaras de visión nocturna.

Vallas en la frontera de Hungría con Serbia.

Fuente de la imagen, AFP

Pie de foto, Hungría reforzó sus fronteras con vallas y vigilancia policial para evitar la entrada de inmigrantes en el país.

"La antigua cortina de hierro se construyó contra nosotros. Este fue construido por nosotros", dijo entonces Orbán.

Su mensaje está claro. Hungría no está abierta a los inmigrantes, y su mensaje tocó la fibra sensible de muchos húngaros.

El primer ministro le preguntó a la población en un referéndum celebrado en 2016 si quería que la Unión Europea (UE) "impusiera inmigrantes" a Hungría.

La respuesta fue un rotundo "no" del 41% del electorado, aunque la participación fue demasiado baja para que el resultado fuera tomado en cuenta.

"¡Rusos, váyanse a casa!"

Nick Thorpe, corresponsal de la BBC en Budapest, recuerda cómo conoció a Orbán en 1988, quien le explicó cómo estaba organizando un nuevo movimiento político junto a sus amigos.

Se llamaría Fidesz, oAlianza de los Jóvenes Demócratas (nombre al que después se añadió Unión Cívica Húngara), y sería rival de la Liga de Jóvenes Comunistas.

Orbán tenía 25 años.

Nació en mayo de 1963 en Szekesfehervar, una ciudad a 60 km al sur de Budapest. De niño fue un alumno brillante y un talentoso futbolista.

Orbán en 1998

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Pie de foto, Viktor Orbán (a la derecha en esta imagen de 1998) destacó desde niño por su talento como futbolista.

Su padre era miembro del Partido Comunista. Sin embargo, según uno de sus biógrafos, el sentimiento anticomunista de Orbán probablemente surgió del acoso y la propaganda marxista a la que fue sometido durante su servicio militar.

El movimiento juvenil Fidesz se transformó rápidamente en un partido político, con una ideología liberal.

En 1989, frente a decenas de miles de personas, Viktor Orbán se unió a otros líderes de la naciente oposición húngara para exigir que las tropas soviéticas abandonaran Hungría.

El último soldado soviético salió del país en junio de 1991, mientras los activistas de Fidesz agitaban pancartas triunfales.

Fidesz obtuvo un respetable 9% en las elecciones de 1990, pero cayó a 7% en 1994.

Votantes en el referendum de 2016.

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Pie de foto, La gran mayoría de votantes que participó en el referéndum de 2016 en Hungría se mostró contraria a la distribución de refugiados por cuotas propuesta por la UE.

Pero Orbán vio una brecha que se abría en la derecha política y se apoderó de ella, arrastrando a su partido liberal hacia una tendencia más conservadora.

Sus primeros cimientos

A mediados de los 90, mientras una coalición socialista-liberal gobernaba Hungría, Orbán continuaba su giro hacia una postura más conservadora.

En aquella década, Hungría vivió un cambio dramático. Fábricas, tierras agrícolas, bosques y negocios fueron privatizados.

La inversión extranjera llegó al país, pero gran parte de las fábricas húngaras fueron destruidas. Las empresas occidentales no querían industrias casi obsoletas. El número de desempleados llegó a un millón.

El país estaba lleno de resentimiento entre los nuevos ricos y los nuevos pobres, entre nacionalistas y liberales. Mucha gente sentía que la privatización había ido demasiado lejos y que la riqueza nacional se había perdido.

Nadie nos dirá a quién dejamos entrar en nuestra propia casa"

Viktor Orbán, sobre la distribución de refugiados por cuotas propuesta por la UE.

En 1998, Orbán ganó las elecciones y formó un gobierno de coalición. Su mandato fue visto como exitoso y, poco a poco, fue preparando la entrada de Hungría en la UE.

Por eso, su sorpresa fue mayúscula cuando perdió frente a los socialistas en los comicios de 2002.

Tras ser derrotado nuevamente en las elecciones de 2006, Fidesz regresó al poder en 2010 en un país que aún se tambaleaba por los efectos de la crisis económica mundial.

Viktor Orbán en 2010

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Pie de foto, Orbán regresó al poder como primer ministro de Hungría en 2010 y tuvo que hacer frente a los efectos de la crisis económica mundial.

Con una mayoría de dos tercios en el parlamento, Fidesz era imparable y forjó un nuevo estado basado en su propia ideología.

Orbán impulsó una nueva Constitución que enfatizaba los valores cristiano-conservadores de la nación y la familia.

Se aprobó una nueva ley de medios. La televisión pública, la radio y la agencia estatal de noticias se convirtieron en portavoces del gobierno. Debido a la presión internacional, la ley fue finalmente enmendada.

Huída de trabajadores

Orban prometió crear un millón de empleos en 10 años, y afirma que ya ha alcanzado los 740.000.

Pero lo cierto es que 180.000 personas están empleadas en programas de trabajo del gobierno, barriendo calles y limpiando matorrales, con poca capacitación para progresar en el mercado laboral.

El auge de la construcción en el país está impulsado por fondos de la UE de entre US$3.700 y US$5.000 millones al año.

Viktor Orbán

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Pie de foto, Orbán inauguró una fábrica de vehículos alemanes en su país en 2012. La industria del automóvil alemana brinda 175.000 empleos en Hungría.

Muchos húngaros, sin duda, se sienten mejor que hace cuatro años. Los salarios han aumentado en más del 10% al año y el desempleo está por debajo del 4%.

Pero cada vez escasean más los trabajadores, ya que más de 600.000 emigraron a otros países europeos en busca de salarios más altos.

También hay denuncias de corrupción que afectan al gobierno.

El yerno del primer ministro, así como varios ministros y empresarios conectados con Fidesz, están acusados de desviar fondos públicos. El yerno de Orbán niega cualquier delito.

"Entre dos osos"

A finales de 2009, Orbán hizo una corta visita a San Petersburgo para asistir al congreso de Rusia Unida, el partido de Vladimir Putin.

Era un viaje llamativo para un hombre que había alcanzado la fama en 1989 por decir a los soldados rusos que salieran de su país.

Pero la crisis financiera de 2008 había afectado la confianza de Orbán en el modelo económico occidental.

Al "girar hacia el este" -incluidos Rusia, China y Turquía-, Hungría buscó nuevos inversores cuya disposición a hacer negocios no se viera afectada por el desdén hacia sus acciones en el país.

El país depende en gran medida de la energía rusa. Oleoductos gigantes construidos en la era soviética la canalizan a Hungría a través de Ucrania.

Putin y Orbán

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Pie de foto, Pese a sus históricos enfrentamientos con Rusia, Orbán mantiene una relación cordial con el presidente ruso, Vladimir Putin, por la dependencia energética de Hungría con aquel país.

Orbán también firmó con Putin un acuerdo para proveer al país de energía nuclear, a pesar de los estudios que sugerían que costaría tres veces más que la electricidad comprada en la red europea.

Por otro lado, la fortuna de Hungría está profundamente entrelazada con la de Alemania.

Una cuarta parte de las exportaciones húngaras van a aquel país, y 300.000 personas trabajan para compañías alemanas.

"La estrategia del primer ministro es mantener la misma distancia entre dos osos, los rusos y los alemanes", le dijo a la BBC un cercano aliado político de Orbán.

"Ve las tragedias de la historia húngara como resultado de estar demasiado cerca de una u otra. Orbán no es la marioneta de Putin. De hecho, Orbán cree que puede manipular a Putin", señaló.

En cuanto a sus relaciones con Angela Merkel, estas se enfriaron notablemente desde la última visita de la canciller alemana a Budapest en febrero de 2015.

Orbán y Merkel

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Pie de foto, La canciller alemana, Angela Merkel, llegó a considerar a Orbán como "un hombre peligroso".

Incluso antes de la crisis de refugiados de 2015, Merkel consideraba a Viktor Orbán como "un hombre peligroso".

¿Identidad europea o centroeuropea?

La lealtad de Hungría hacia la UE y la OTAN, dicen, está probada por la decisión de Hungría de expulsar a un diplomático ruso por el reciente caso de envenenamiento Skripal en el Reino Unido.

"Hay otras maneras de mostrar solidaridad con nuestros socios europeos que aceptar inmigrantes", dijo una fuente gubernamental de alto rango. "Por ejemplo, construyendo vallas para fortalecer las fronteras exteriores de la UE".

Según Orban, no existe una identidad europea, contradiciendo las afirmaciones de los líderes alemanes y franceses. Pero sí hay una identidad centroeuropea entre los dos osos de Rusia y Alemania.

Orbán, Merkel y Macron

Fuente de la imagen, Reuters

Pie de foto, Orbán (a la izquierda en la imagen) no comparte la idea de que existe una "identidad europea", como sostienen Angela Merkel o Emmanuel Macron.

Viktor Orban ha estampado su propia personalidad en el mapa de Europa. Es admirado en todo el mundo por personas que quieren defender la soberanía nacional frente a la globalización.

¿Pero cómo lo juzgará la historia? Depende de si termina en el lado ganador o el perdedor.

Si los países de Europa central (Hungría, Eslovaquia, República Checa y Polonia) se hacen más fuertes, como contrapeso a las visiones de Europa de Emmanuel Macron y Angela Merkel, Orbán se sentirá tranquilo.

Si sus críticos admiten que él tenía razón al identificar la inmigración como la "maldición" de esta era, él reclamará su reconocimiento.

Pero si los futuros fondos de la UE están vinculados al respeto de los valores europeos o si la población húngara se cansa de su estilo autoritario, Viktor Orbán se quedaría en una incómoda y solitaria situación.

Raya

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